Disputa Familiar
Había una vez un hombre llamado Cristian, el cual salió de su casa para ir al trabajo, y justo al pasar por delante de la puerta de la casa de su vecina y prima María, sin darse cuenta se le cayó un papel importante. María, miraba por la ventana en ese momento, vio caer el papel y pensó:
– ¡Qué descarado es Cristian, tira un papel de maldad en mi puerta, para ensuciar el frente de mi casa, y disimula descaradamente!
Pero en vez de llamar la atención de su primo y dialogar y aclarar la situación, María planeo su venganza. Por la noche vació su papelera junto a la puerta de Cristian, pero este casualmente estaba parado junto a la ventana, entonces al desaparecer María salió a recoger los papeles y encontró aquel importante papel que había perdido ese mismo día en la mañana, y que le había supuesto un gran problema en su trabajo. El papel estaba roto en mil pedazos y pensó que María, su propia familia no solo se lo había robado, sino que además lo había roto y tirado en la puerta de su casa a propósito, esto pensamiento era lógico para Cristian porque él y María en los últimos años discutían mucho y no tenían la mejor relación.
Cristian decidió no decir nada a María, y se puso a preparar su venganza, esa noche llamo a una granja para realizar un pedido de 10 cerdos y 100 patos, además pidió que los llevaran a la dirección de María, la cual al día siguiente tuvo que dejar sus labores para librarse de aquellos animales a los cuales temía desde niña y sus malos olores. María estaba segura de que era un acto de Cristian, pues era el único en saber de sus particulares miedos entre los vecinos del barrio. Así que luego de la limpieza comenzó a planear su siguiente jugada.
Pasaron los días, Cristian y María siguieron fastidiándose mutuamente, las bromas y venganzas eran cada vez peores, de aquel simple papel las agresiones pasaron por bandas de música que odiaban o sirenas de bomberos sonando por horas, hasta llegar al punto de estrellar un camión contra la tapia de una de sus casas, lanzar lluvias de piedras contra los cristales, disparar un cañón del ejército y finalmente, derrumbar por completo sus casas.
Ambos acabaron en el hospital y su fuego cruzado afecto de manera importante a los demás vecinos. Se odiaban, pero por casualidad del destino terminaron compartiendo habitación en el hospital, al principio no se dirigían la palabra, pero un día, cansados del silencio, comenzaron a hablar; con el tiempo se fueron haciendo amigos de nuevo, como en su infancia, hasta que tuvieron la suficiente confianza para hablar sobre el incidente del papel. Entonces se dieron cuenta que todo había sido una triste coincidencia y si hubiese habido dialogo y no suposiciones y juicios con malas intenciones, se habrían dado cuenta que era una mala jugada del destino y tendrían sus casas aún en pie.
Y así fue, dialogando como aquellos primos y vecinos terminaron siendo amigos de nuevo, les fue de gran ayuda para recuperarse tanto de sus heridas como de sus problemas económicos, apoyándose mutuamente para reconstruir poco a poco sus maltrechas casas y recuperando aquella bella relación familiar que alguna vez tuvieron.
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